Kowa’ amombe’u marãipa tupi guarani kwery oikóba’eatsy regwa a’e marãipa onhimbo’e a’e omboatsa Arandukwaá araka’e.
M’Byá Guarany, traducción de Daniel Iberê.
Este trabajo aborda cómo los pueblos indígenas comprenden el proceso de salud y enfermedad y analiza la importancia de la educación popular para el diálogo y el fortalecimiento de los saberes y prácticas originarios de los pueblos indígenas.
La perspectiva de la salud como construcción sociocultural y no biológica, permite un análisis de ésta considerando las dinámicas de vida de la gente, sus historias, contextos etnográficos, relaciones con las formas de vivir y estar en el cosmos.[1] Los pueblos originarios nos convocan a desdibujar las fronteras de nuestros conceptos, conscientes de que la palabra/el lenguaje es una de las estrategias de colonización, con imposición de un sistema de signos y significados.
Para los pueblos tupí guaraní cada pueblo originario es un profeta y un poeta, Nhe’ẽ significa a la vez “hablar”, “voces”, “alma”. La palabra salud no tiene una “traducción” al tupí guaraní. El término nhanderekó es una traducción aproximada para esta palabra, que se puede comprender como “nuestra bella manera de vivir”, involucra una interconexión con todos los seres vivos y no vivos (de las piedras, agua a los espíritus), una forma de entender, en que toda la existencia consciente y no detectable por la “inteligencia” humana forma parte de la vida, del sueño, cuerpo-territorio, de tantos otros mundos en coexistencias.
Si una planta no puede vivir según su modo de ser, entonces ella muere; lo mismo pasa con todos los seres humanos y no-humanos. “Cuando nosotros, pueblos guaraníes, no podemos vivir de acuerdo con el nhanderekó, nuestro modo de ser, la vida se vuelve triste, la vida se agota, la vida muere”.[2]
En Latinoamérica gran parte de los pueblos originarios han sido silenciados y masacrados por la devastación y ocupación de sus territorios en las nuevas formas de explotación en aras del desarrollo capitalista. En Brasil, nuestras vidas han sido destrozadas y expropiadas últimamente, ya sea por los abusos de la minería ilegal que provocó la muerte niños Yanomami en Roraima; ya sea por el contacto con los juruá[3] (no-indígenas) y la transmisión de enfermedades, muchas veces fatales; o bien, por el vertedero de pesticidas sobre nuestras escuelas y aldeas. En otras palabras, nuestra (re)existencia también reconstruye a través de la acción de interconectar mundos, (re)crear posibilidades y (re)producir salud.
Por tanto, podemos percibir que el silenciamiento de los conocimientos tradicionales nos desprotege frente a la biopiratería, como en la Amazonia que involucra el comercio y el uso ilegal de plantas y animales para la industria, también, la falta de interconexión de saberes con las políticas institucionalizadas, como en el caso de Brasil, en la implementación de la Política Nacional de Salud Indígena que, en ocasiones, refuerza un cuidado fundamentado en la racionalidad neoliberal, hegemónica biomédica.
La educación popular en salud tiene un papel fundamental en la comprensión de la realidad de cada individuo/colectivo que debe ser interpretada y referenciada cultural, ética y políticamente dentro de sus matrices[4] culturales. Los silenciamientos de los saberes y prácticas de los pueblos originarios generan la idea de que no hay otros caminos para el cuidado de la salud y la producción de modos de vid, sin embargo, los saberes indígenas configuran formas de ser y estar en el mundo a partir de sus cosmovisiones que producen además de resistencia, re-existencias, resignificando prácticas de cuidado.
Los pueblos originarios son diversos y plurales (diferentes lenguajes, etnias, tradiciones y prácticas espirituales), con maneras distintas de pensar, vivir y sentir, según sus variadas formas de ver el mundo: un mundo de mundos varios, en desafío de cohabitar, de convivir, de bien vivir. Para los pueblos originarios, las concepciones de salud y de enfermedad son más amplias que las de las sociedades occidentales: involucran la manutención de sus espacios sagrados, de las memorias antiguas; el respeto por todo que vibra y pulsa; significa aguas puras, ambiente preservado, territorio demarcado, alimento libre de sangre de genocidio; significa, ante todo, la salud de la comunidad, amplia, viva y colectiva.
Hemos aprendido que además de que las personas son seres únicos, “interseres” y no disociados en nuestras partes físicas, mentales y espirituales, somos seres en colectividad; o sea, llevamos a nuestros hijos/parientes a donde vamos; donde estemos hay que tener espacio para todos. También, nosotros tenemos la visión de que no hay cambio de la realidad si no nos unimos, acogiendo, respetando, cuidando y caminando juntos en una sola dirección.
Una ramita encendida se puede dispersar y apagar con el viento, así como una gota de agua seca rápidamente al sol. Pero, cuando juntamos ramitas o gotas de agua se puede cambiar el rumbo de una sociedad. Entonces, la educación popular puede ser uno de los caminos, para que se establezca un diálogo problematizador con las diferentes cosmologías, con el fin de reflexionar con el desarrollo de prácticas de cuidado no autoritarias y de un modo más horizontal, que dialoguen con la realidad de los pueblos originarios y se fortalezcan.
[1] OPS-OMS. Política sobre etnicidad y salud. 29ª Conferencia Sanitaria Panamericana. 2017.
[2] Daniel Iberê. Povos Indígenas: Alimentos, Ancestralidade e Sagrado em Tempos de Crise. Observatório Brasileiro de Hábitos Alimentares. Fiocruz Brasília. 2020.
[3] El término juruá designa a la persona que habla sin tino.
[4] Santos BS. Justicia entre saberes: epistemologías del Sur contra el epistemicidio. Ediciones Morata S.L. España, 2017.
Antrop. Daniel Iberê Guarany M’Byá / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. | Universidade de Brasília de la gran nación Tupí Guaraní
Enf. Michele Neves Meneses / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. | Universidade Federal do Rio Grande do Sul
TSP Tatiana Oliveira Novais / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. | Fiocruz Brasília