Todo comenzó en el mes de diciembre del 2019 en la ciudad de Wuhan, China, cuando se identificó el virus SARS-CoV-2, que es causante de una enfermedad respiratoria aguda con neumonía, conocida actualmente como COVID-19. En los últimos meses se ha extendido por todo el mundo, y de acuerdo con estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayoría de los casos se presenta en adultos entre los 30 y 59 años, afectando más a hombres que a mujeres.
Para la mortalidad por COVID-19, se han identificado factores de riesgo como personas mayores de 60 años, mujeres embarazadas y personas con enfermedades prexistentes como diabetes, hipertensión, obesidad, asma, cáncer, VIH/sida, enfermedades inmunológicas, entre otras.
Por otra parte, los pacientes pediátricos son un gran misterio en tiempos de COVID-19, ya que sólo un pequeño porcentaje de ellos ha sido afectado, además de eso una fracción aún menor presenta complicaciones por la enfermedad; prueba de esto es que en México la mayoría de los casos se han podido manejar desde casa, sólo una minoría ha requerido manejo hospitalario y un porcentaje aún menor requirió atención en terapia intensiva.
Pero, ¿por qué COVID-19 es menos grave y frecuente en pacientes pediátricos?
Al inicio de la pandemia se creía que los niños y recién nacidos eran susceptibles al virus porque su sistema inmunológico no está bien desarrollado, lo cual fue desmentido por diversos estudios que concluyeron que los niños y recién nacidos, no representan una población potencialmente susceptible a desarrollar una forma grave o critica de la enfermedad.
Poco se conoce el motivo por el cual sucede esto, pero existen algunas hipótesis, una de ellas menciona que se debe a que en los niños la función del timo (órgano especializado en el sistema inmunológico) no es completamente funcional, por lo que no se lleva a cabo la maduración de los linfocitos T (tipo de leucocitos defensores del cuerpo). Con la edad el timo tiende a atrofiarse (disminución de la función), esto hace pensar que este órgano desempeña un lugar importante en la baja mortalidad de COVID-19 en niños.
Por otra parte, se sabe que el virus SARS-CoV-2 al invadir las células que conforman al sistema respiratorio, provoca la neumonía y las células que conforman el sistema inmune, entre ellas los linfocitos T comienzan a producir citocinas (proteínas que regulan la inflamación), estas sustancias cuando se liberan de manera excesiva causan daño al organismo (fenómeno conocido como síndrome de tormenta de citocinas). Cabe mencionar que las citocinas no son «dañinas» por sí mismas, sino que es por la cantidad y su actividad incrementada.
Se podría decir que, en el caso de este síndrome, el sistema inmune hace más daño al cuerpo que la propia infección. Algunas hipótesis se basan precisamente en esto, la falta de desarrollo del sistema inmune de los niños junto con otros factores como los hormonales y de crecimiento (son fenómenos biológicos moleculares específicos de los infantes) podrían impedir que se desarrolle el síndrome de tormenta de citocinas, lo que a su vez apoyaría a la respuesta frente al COVID-19.
Otra hipótesis, plantea que se debe a la Enzima Convertidora de Angiotensina 2 (eca-2) que se encuentra en gran medida en la membrana de las células pulmonares (neumocitos tipo II) y su importancia radica en que actúa como receptor para el SARS-CoV-2 gracias a la proteína spike que manifiesta en su superficie. Se dice que la eca-2 en niños se encuentra en pequeñas cantidades y es debido a esto que esta población resulta ser menos susceptible a desarrollar COVID-19 o posibles complicaciones.
Además, hay que considerar que los niños a diferencia de los adultos tienen menos comorbilidades (presencia de uno o más trastornos además de la enfermedad primaria), lo que disminuye la probabilidad de desarrollar una complicación; por otro lado, los niños experimentan con frecuencia infecciones víricas respiratorias, en especial durante el periodo invernal, nos hace pensar que podrían tener niveles más elevados de anticuerpos contra virus que los adultos lo que podría ayudar contra la infección por SARS-CoV-2.
Es importante tener en cuenta que aunque los niños son menos susceptibles a desarrollar complicaciones por COVID-19, en algunos casos sí se han presentado. Prueba de ello es que en niños mayores de 5 años y posterior a la fase aguda de la enfermedad se puede llegar a manifestar como un síndrome inflamatorio multisistémico (PIMS); asimismo, en menores de 5 años, estudios recientes han asociado a COVID-19 con la enfermedad de Kawasaki (EK), un trastorno que produce inflamación en las paredes de algunos vasos sanguíneos del cuerpo. En las tablas 1 y 2 se pueden revisar los signos y síntomas más frecuentes en casos confirmados por laboratorio de pacientes pediátricos.
La respuesta a la pregunta planteada en este artículo, podría ser la clave para encontrar una vacuna, un medicamento efectivo o un método de prevención eficaz contra la infección por SARS-CoV-2, y aunque estadísticamente los niños tienen menor probabilidad de desarrollar alguna complicación de COVID-19 que los adultos, no hay excepción de presentarlas. Por eso es recomendable seguir las medidas preventivas establecidas por las instituciones de salud pública para evitar contraer la enfermedad.
Dr. Rodolfo Abarca Vargas / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Carlos Azaf Meza Medina / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
José Alfredo González Ortíz / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Facultad de Medicina
Universidad Autónoma del Estado de Morelos