Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Revista No. 68

No. 68 Sep - Dic 2021

Aún estamos a tiempo de corregir la que ya es la mayor amenaza a la humanidad de este siglo. El último informe de situación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que ha estudiado durante más de treinta años el fenómeno de cambio climático, señala: “La evidencia de la influencia del ser humano en el clima es ya tan abrumadora que no hay duda científica”.

El cambio climático hace referencia a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales: se determina porque nuestro planeta recibe diariamente radiación solar e interacciona con la atmósfera, con la superficie terrestre, con los océanos y con el resto de las capas de agua, nieve y hielo. Durante miles de años la variación de equilibrios entre esos actores ha movido los ciclos climáticos. Parte de ese calor se queda atrapado gracias a los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera.

Esto es el efecto invernadero y es fundamental para la vida porque de otro modo el planeta sería demasiado frío. Los principales gases de efecto invernadero son: el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4). No obstante, desde la primera revolución industrial –la que dio inicio en el siglo XVIII– las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, principalmente por la quema de combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo, lo que produce los gases mencionados anteriormente más otras partículas y sustancias que retienen y atrapan el calor en mayor proporción. El carbón es aún hoy la principal fuente de emisiones de CO2. La invención del automóvil y, sobre todo, su producción en masa dispara el consumo de petróleo y las emisiones de CO2. El enorme crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial también detonó el claro incremento en las emisiones del CO2. Además, empiezan a talarse los bosques y selvas (sumideros de carbono) y el gas natural se suma al carbón y al petróleo como motores de las economías desarrolladas.

¿Qué ha sucedido con el equilibrio atmosférico? Lo estamos modificando. En los últimos 800 mil años, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera no habían alcanzado las 300 partes por millón. La actividad industrial provocó que en 1950 se superara esa cota y su aumento no se ha detenido. Hacia el año 2018 ya llegaba a 418 partes. Éste es el tamaño del reto. O mitigamos este crecimiento o la temperatura global se incrementará en 2 o 3 grados para fines de este siglo.

¿Cómo mitigamos o reducimos este crecimiento? A través de una profusa, masiva y profunda educación ambiental y climática, tanto en medios tradicionales como en redes sociales. Es absolutamente necesario un importante y permanente ejercicio de educación para mejorar el aprendizaje y la resiliencia de la sociedad y para preservar el medio ambiente.

Multiplicar las actividades de carácter local es indispensable; voltear a los espacios cercanos y, sobre todo, aprovechar y utilizar los conocimientos de los pueblos originarios, junto con planes a largo plazo fundamentados en conocimiento científico, pero apoyados por las comunidades. El cambio climático es global, pero los efectos se sentirán en todos los rincones de la Tierra con diferente intensidad. Hay que preparar a las comunidades para aprender a mitigar los efectos locales. Es indispensable mantener, cuidar y proteger los ecosistemas, para contribuir –en la mayor medida posible– a la absorción y el almacenamiento de dióxido de carbono y a proteger el movimiento de especies, poblaciones y ecosistemas que se producirá en respuesta al calentamiento de los océanos y al aumento del nivel del mar.

Las energías renovables deben ser profusamente utilizadas. Hay una gran cantidad de energía que se puede extraer de los vientos marinos, las mareas, las olas, los biocombustibles y el sol. El aumento de la demanda de fuentes de energía alternativas ofrece oportunidades económicas en el sector de las energías renovables.

Las consecuencias del cambio climático serán inconmensurables, dependiendo en buena medida, de la magnitud del cambio en las temperaturas globales. Habrá impactos masivos, con toda seguridad. El nivel del mar se incrementará, las lluvias serán más torrenciales y las sequías más graves y extensas. Presenciaremos migraciones de muchas personas que buscarán refugio o nuevos lugares para vivir. Las autoridades deberán prestar especial atención a los más vulnerables para ayudarles a adaptarse. Esto no es, de ninguna manera, menor. Hay que prepararnos. En la medida que nos preparemos, aprendamos y actuemos, mitigaremos los efectos. Cuidémonos todos.


Mtro. José Francisco Pulido Macías
Editor responsable