Este trabajo centra la atención en el papel que la historia y la filosofía de las ciencias puede jugar como alternativa para la enseñanza del desarrollo científico y la comprensión de las variadas metodologías que se han empleado para construir las teorías que conforman los planes de estudio de las carreras científicas.
En la tarea de enseñar ciencias, los contenidos epistemológicos – es decir, el análisis de cómo se generan y validan las teorías científicas- que fundamentan y dan estructura a las imágenes de sociales de la ciencia, situación que sin duda, fomenta el desarrollo del pensamiento científico que ha sido impulsado en las últimas tres décadas por su valor pedagógico. Acercar a los alumnos a las características reales del trabajo científico que motiven además su aprendizaje, generará actitudes favorables hacia la ciencia y contribuirá a razonar los métodos de construcción de las teorías; por ello es indispensable que los profesores nos preguntemos cuál es la actitud epistemológica que queremos propiciar en los estudiantes.
La historia epistemológica de las ciencias
A menudo, se ha recurrido a una historia de las ciencias anecdótica, a fin de motivar y mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, esa experiencia no siempre ha sido exitosa, pues el uso común que se le da a este enfoque en los medios escolares, ha terminado en ocasiones por volver más pesados los contenidos de la enseñanza. Este problema no deriva de alguna pesadez intrínseca de la historia de las ciencias, sino del hecho de que el uso más frecuente que se hace de ella, se reduce a la erudición, respondiendo a preguntas como “¿quién descubrió los microbios?”, “¿quién es el verdadero padre de la teoría de la evolución?”. Todo el uso se resuelve en asignar un nombre, una fecha o algún dato a un concepto o a una teoría. Se trata del uso cronológico, poco fecundo de la historia de las ciencias que, más bien resulta abrumador, del proceso de enseñanza- aprendizaje, que encontramos en los libros de texto desde la enseñanza básica hasta la superior.
A manera de reflexión
El uso inadecuado de la historia de las ciencias con descubridores enaltecidos como héroes, fechas- hitos, experimentos concluyentes y algunas anécdotas para dar sabor y divertir que presentan una imagen que indica que todo tenía que ser así; “le tocó al naturalista inglés Charles Darwin, descubrir la esencia de la transformación de las especies”, se afirma en la película La Selección Natural, más allá del génesis. Esa historia, denominada historia-acontecimiento, es inadecuada en la medida en que promueve una imagen mítica, mística y falsa de la actividad científica.
El uso victorioso de la ciencia de los resultados, carece de significación en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que al aislar ciertos hechos para atribuirles un valor simbólico, empobrece la realidad y privilegia algún hallazgo que se considera verdad científica vigente, casi absoluta, que elimina la valiosa óptica de la temporalidad de la verdad en la ciencia. La construcción de símbolos corresponde más a las formas de funcionamiento del mito, que a las operaciones lógicas y racionales que deben caracterizar la ciencia.
Utilizar la historia epistemológica de las ciencias, implica conocer y emplear las formas de racionalidad de las ciencias, como tentativa de análisis de verdades, de interpretaciones y teorías provisionales, que en su búsqueda genera nuevas
preguntas en lugar de dar respuesta a todo, obedece al interés de introducir el conocimiento de los procesos de construcción del saber científico, enfocado esencialmente a la genealogía y evolución de los conceptos y las teorías.
La historia epistemológica de las ciencias muestra en detalle los momentos de transformación profunda de una disciplina, pero destaca además cuáles fueron las relaciones sociales, políticas y económicas que entraron en juego y las resistencias a dicha transformación; brinda las herramientas conceptuales para que los estudiantes comprendan la situación actual de la ciencia, su ideología dominante y los sectores que la controlan y se benefician de la actividad científica.
Las consideraciones anteriores implican la adopción de una estrategia de enseñanza, orientada a producir cambios conceptuales y una modificación profunda, respecto a la imagen pública -o popular- de la actividad científica, que realmente exprese la falsa visión de un sólo método en las ciencias, fomentada por la corriente positivista desde el siglo XIX, que sostiene que sólo mediante la observación y experimentación es posible construir novedades teóricas y promover la óptica que destaca la condición social que las comunidades científicas desempeñan, en la legitimación y justificación de los métodos y en el criterio de la verdad.
ºDra. Laura Suárez y López Guazo / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Colegio de Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.