Dr. Marciano Sánchez Tizapa / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Centro Universitario de los Valles de la Universidad de Guadalajara.
Archivo: Fisiología
El deseo de escribir acerca de este tema surge de una gran asimetría. Por un lado el tema de mi tesis de Posgrado fue la elaboración y optimización de materiales compuestos de nanopartículas (un nanómetro es la distancia que resulta de dividir un metro en mil millones de partes) de dióxido de titanio (TiO2) y nanotubos de carbono para su aplicación como sensores de gases. Los resultados fueron satisfactorios y la investigación se centró principalmente en el sensado (detección de gases con dispositivos eléctricos) de amoniaco. El tiempo total que tomó la investigación fue de 6 años. Por otro lado, existen personas dotadas con una gran sensibilidad a los olores tanto que si fuera posible tomar su sentido del olfato, convertirlo en un sistema detector de gases y se comercializara, probablemente se obtendría el suficiente dinero para vivir holgadamente. La asimetría consiste en que cuesta trabajo desarrollar un sensor especializado en un solo gas, mientras que los seres humanos traemos integrado de fábrica el sen tido del olfato que es capaz de reconocer hasta 10 mil olores, aunque a la evolución humana le tomó millones de años desarrollarlo.
Se han hecho algunos estudios que demuestran la gran superioridad del sentido del olfato de las mujeres sobre el de los hombres. ¡Cuidado los infieles!, las canciones que hablan del olor a otro hogar tienen razón. Las mujeres son capaces de diferenciar los olores de las personas tristes de los olores de las personas felices1 y en las etapas en que son fértiles su sentido del olfato se agudiza, se piensa que esto se relaciona con el hecho de que buscan la mejor pareja para preservar la especie2, (lo que deja al sexo masculino en total indefensión pues al olfato de ellas los hombres somos completamente transparentes sin saberlo). Existen algunas evidencias de que los olores también pueden influir en el humor, la memoria, las emociones y el sistema endocrino, incluso se ha afirmado que el olfato es la interfaz entre el cuerpo y la mente3. En el caso del reino animal, los perros tienen un área del epitelio olfatorio 40 veces mayor, comparativamente hablando que la de los humanos, de esta forma, se explica la gran capacidad de este animal para seguir rastros.
Otra prueba de la importancia del olfato es que el premio Nobel de Medicina del año 2004 fue otorgado a los estadounidenses Richard Axel y Linda Buck por su descubrimiento de los receptores olfatorios y la organización del sistema olfatorio en ratas,4,5 resultados que con pequeñas diferencias han resultado ser aplicables al ser humano al pertenecer ambos al grupo de los mamíferos4. En el techo de cada fosa nasal de los seres humanos existe una región llamada la mucosa nasal, esta región contiene el nervio y los receptores olfatorios (ver Figura 1) el área de esta región es de 5 cm².
Los olores se componen de diferentes moléculas y cada molécula activa varias proteínas receptoras de las mil diferentes que tenemos, esto lleva a que se forme un patrón de olor a partir de la combinación de las respuestas de cada sustancia receptora a un mismo gas. Esta es la base de nuestra habilidad para reconocer y formar memoria de aproximadamente 10 mil olores diferentes. La célula receptora de olor envía sus señales nerviosas al bulbo olfatorio donde hay 2000 microrregiones llamadas glomérulos, es decir, hay el doble de glomérulos que de tipo de células receptoras de olor. Las células receptoras de olor con el mismo tipo de receptores se conectan a los mismos glomérulos manteniendo la especificidad hasta llegar a diferentes regiones de la corteza cerebral en donde la información de los diferentes receptores de olor se combina y se compara con un patrón característico de cada olor, del resultado de la comparación resulta en la experiencia consciente del olor reconocido.
Es por toda gran especialización que puso la naturaleza en dotar al ser humano y a los demás mamíferos con un sentido altamente especializado para reconocer una gran cantidad de olores y que además es una herramienta vital para nuestra supervivencia es que considero que el sentido del olfato es un sentido que no es reconocido en todo lo que vale, es decir un tesoro olvidado.
Referencias:
[1] Ackerl K., Atzmueller M., Grammer K., The scent of fear, Neuro Endocrinol Lett., 2002:23, 79-84.
[2] Jacob S., McKlintock M.K., Zelano B., Ober C., Paternally inherited HLA alleles are associated with women’s choice of male odor, Nature Genetics, 2002:30, 175-179.
[3] http://www.cf.ac.uk/biosi/staffinfo/jacob/teaching
[4] http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/2004/press.html
[5] Buck L., Axel R., A Novel Multigene Family May Encode Odorant Receptors: A Molecular Basis For Odor Recognition, Cell, 1991:65, 175-187.
Semblanza
El Dr. Marciano Sánchez es ingeniero químico por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (1998), obtuvo la maestría (2006) y el Doctorado en Ingeniería en el Centro de Investigación en Energía de la UNAM (2010), campus Morelos. Su tema de tesis fue el desarrollo de sensores de gases basados en materiales compuestos de nanopartículas de dióxido de titanio y nanotubos de carbono operando como resistores y capacitores y sensando amoniaco y acetona. Actualmente (2011) está adscrito al Departamento de Ciencias Naturales y Exactas del Centro Universitario de los Valles de la Universidad de Guadalajara.