Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las zoonosis o enfermedades zoonóticas son “un grupo de enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos”.
El 1976, al igual que el 2020, fue uno de esos años que la humanidad jamás podrá olvidar, y no sólo porque en abril de ese año se fundó la compañía Apple Inc., sino porque en el pequeño pueblo de Yambuku, ubicado cerca del río Ébola, en Zaire, hoy República Democrática del Congo, ocurrieron también hechos importantes que cambiaron la historia de la humanidad, pues demostraron los devastadores efectos que pueden tener las enfermedades zoonóticas en la población mundial.
Después de regresar de unas vacaciones visitando a su familia y participando en excursiones para cazar fauna silvestre, una fiebre superior a los 39ºC obligó a Mabalo Lokela, el director de la escuela rural de Yambuku, a acudir a la única clínica del pueblo dirigida por un grupo de misioneras belgas. Al llegar, la hermana Beata le inyectó una dosis de cloroquina, sospechando que la fiebre que presentaba el profesor se debía a una infección por el parásito Plasmodium vivax causante de la malaria.
Sin embargo, la salud del profesor Lokela empeoró, comenzó a presentar vómito y diarrea, además de fuertes hemorragias. Pese a los esfuerzos de su familia y de las misioneras, el profesor Lokela falleció. Días después, otros habitantes del pueblo, incluidas las misioneras que atendieron al profesor, empezaron a desarrollar los mismos síntomas, dando inicio así al primer brote de ébola (EBOV) del que se tiene registro, el cual afectó a 318 personas y provocó 280 muertes.
En aquel entonces no se comprobó, pero seguramente el profesor Lokela se infectó con el virus ébola al entrar en contacto con la sangre de algún mono o antílope infectado durante una de las excursiones de caza en las que participó, sin embargo, el origen zoonótico de las infecciones por ebov se confirmó hasta 38 años después, durante el brote más grande registrado a la fecha, que tuvo lugar en 2014 y afectó países como Liberia, Sierra Leona y Guinea, dejando un saldo de más de 28 mil infecciones sospechosas y 11 mil muertes.
Este último brote fue originado por un evento zoonótico por el contacto con murciélagos de la especie Miniopterus inflatus, en cuyo guano se logró secuenciar el genoma de ebov en 2016. Estos murciélagos habitan frecuentemente en selvas africanas y gracias a su sistema inmune privilegiado, pueden albergar grandes cantidades de virus, al igual que otras especies de murciélagos frugívoros como el zorro volador de la India, Pteropus giganteus, que actúa como reservorio del mortal virus Nipah (NiV).
En 2013 se acuñó el término «virodiversidad» después de determinar que los murciélagos Pteropus giganteus en la selva de Bangladesh podían albergar virus pertenecientes a nueve familias virales (figura 1). Los estudios del doctor W. Ian Lipkin demostraron que la virodiversidad de los murciélagos es impresionante, ya que se encontraron por lo menos 58 especies de virus con el potencial de provocar enfermedades zoonóticas en humanos, incluido el SARS-CoV-2 causante de la enfermedad COVID-19 y la pandemia actual.
Los murciélagos no son los únicos habitantes de la selva que albergan virus que podrían causar enfermedades zoonóticas (figura 1). Si consideramos que todos los mamíferos existentes en el mundo tienen una cantidad de virus nuevos similar a la de los murciélagos, se podría estimar que existen al menos 320 mil virus esperando a ser descubiertos, muchos de ellos escondidos en regiones poco exploradas del planeta como la selva amazónica y otras selvas tropicales o bosques.
A medida que el humano altera el medio ambiente, invade ecosistemas y hace un uso poco regulado de los recursos naturales, la probabilidad de que aparezcan nuevas enfermedades zoonóticas es mayor, tal como quedó demostrado con la pandemia de SARS-CoV-2, cuyo origen zoonótico fue favorecido por el tráfico y consumo ilegal de fauna silvestre.
Rudyard Kipling, en su famoso Libro de las tierras vírgenes de 1894, escribió «Ni uno sólo de los habitantes de la selva gusta que lo molesten, y todos están siempre muy dispuestos a arrojarse sobre los intrusos». Valdría la pena tener esta frase presente, porque entre los habitantes de la selva también están los virus, y como se ha expuesto, no han evitado arrojarse sobre los humanos que entran a la selva sin ser invitados.
Dra. Paloma Hidalgo Ocampo / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Dr. Ramón A. González García-Conde / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Centro de Investigación en Dinámica Celular, Instituto de Investigación en Ciencias Básicas y Aplicadas
Universidad Autónoma del Estado de Morelos
Dr. Jesús Torres Flores / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla..
Laboratorio de Virología
Universidad Autónoma de la Ciudad de México