Revista de Divulgación Científico-Tecnológica del Gobierno del Estado de Morelos

Desastres naturales: El dilema de la supervivencia.

Dra. Úrsula Oswald Spring / Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Morelos.
Archivo: Sociología

Entre los múltiples desastres naturales o eventos extremos destacan los causados por el uso irracional de los recursos naturales. Éstos se reflejan en la degradación y desertificación de los suelos por sobre-pastoreo, sobre-fertilización, contaminación por (agro)-tóxicos, erosión y salinización de tierras agropecuarias. Otra causa está relacionada con la deforestación de los bosques que lleva a la pérdida del hábitat de la flora y fauna natural, lo que reduce además los servicios ambientales como infiltración de agua y purificación del aire.
         La reducción de la cubierta vegetal limita además el mitigamiento de los gases de efecto invernadero, aumenta la temperatura local y genera tolvanera y pérdida de suelos fértiles y asolve en ríos y presas. Asimismo, existen eventos hidrometeorológicos extremos como sequías, inundaciones, tempestades, lluvias extremas y huracanes, que producen a veces deslizamientos de tierra por taludes inestables. La fuerza del evento puede obligar a la población a abandonar temporal o en caso de la sequía, muchas veces permanentemente a la comunidad rural. Además, se presentan ondas de calor y de frío, que afectan a grupos más vulnerables como los niños y ancianos. Finalmente, existen amenazas geofísicas como erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis que se presentan de manera inesperadas y obligan frecuentemente, a huir a lugares más seguros.
          En cuanto a los efectos directos del cambio climático (CC), México cuenta con 11 mil kilómetros de litorales en ambos océanos y el aumento del nivel del mar se estima entre 18 y 59 cm, aunque datos más recientes indican que pudieran rebasar el metro al fin del siglo XXI, lo que genera erosión en muchas costas. Se han presentado ondas de calor, de frío y sequías, lo que ha generado mayores plagas y enfermedades, así como un deterioro de los ecosistemas altamente frágiles, acompañado por erosión y pérdida de fertilidad natural de suelos. El 2008, en el sureste, las costas y también en Morelos el dengue ha aumentado 600% y hay una expansión geográfica del paludismo.
         La reciente influenza AH1N1 indica peligros futuros a la salud humana y animal. El mapa de MunichRe -una re-aseguradora- muestra que México junto con Centroamérica es una de las regiones de mayor impacto por el cambio climático, pero también por los fenómenos geofísicos. Durante los últimos 25 años los daños directos por 75 eventos “naturales” extremos ascendieron a 9 mil 600 millones de dólares (500 millones anuales), frecuentemente agravados por la falta de prevención, el mitigamiento y la adaptación, lo que los convierte en desastres sociales provocados.
En este cuarto de siglo los eventos extremos han causado 10 mil muertos y millones de damnificados. A partir del año 2000, el número de ciclones se ha triplicado en México (5.6/años, comparado con 1.8/años en temporadas anteriores) y los daños entre 2005-2008 eran mayores que los originados durante los 25 años anteriores. En la última década, más de 90% de los desastres eran de orden hidro-meteorológico y en 2005 sólo tres huracanes desastrosos costaron 21.62 MM$ -de pesos- (Stan, Wilma y Emily). La inundación en Tabasco afectó en 2007 a 1.2 millones de personas (60% de la población) y causó daños por 9 MM$, datos que casi se repitieron en 2008 con otra inundación similar (CENAPRED, 2008). La agricultura de temporal está mayormente expuesta al CC y 25 millones de campesinos obtienen de ahí su sostén.
           En las costas, el aumento del mar, pero también el mal manejo de los acuíferos y su sobreexplotación, por ejemplo, en la costa de Hermosillo, Sonora han facilitado la intrusión de agua salina al manto freático, afectando no sólo el riego agrícola, sino sobre todo a la población en el abasto de agua potable. La sobreexplotación de los acuíferos ha provocado en Aguascalientes una mayor concentración de arsénico en agua potable, lo que ha generado afectaciones renales severas, especialmente en niños pequeños.
Estas diferentes razones ambientales obligan a veces a poblaciones enteras a emigrar en búsqueda de sitios más propicios y seguros para vivir. Esta migración ambientalmente forzada (MAF) es por lo tanto, un fenómeno complejo, frecuentemente agravado por amenazas de pobreza y de seguridad, donde la supervivencia de las personas está directamente en peligro. La Organización Mundial de Migración (2007: 2) define MAF como “personas o grupos de personas que por razones de cambios abruptos o progresivos del ambiente que afecta adversamente su vida, se ven obligados a abandonar sus hogares habituales o lo hacen temporal o permanentemente y emigran dentro del país o fuera del mismo”. Por lo mismo, la MAF puede ser rural-rural, rural-urbana o internacional.
Hay zonas, donde se da una migración pendular, o sea durante el tiempo de sequía o de inundación la población emigra a sitito más propicios para cuidar sobre todo su ganado y cuando las condiciones se mejoran, regresan al lugar de origen. No obstante, un gran número de personas emigra definitivamente en búsqueda de mejores condiciones de reproducción y calidad de vida.
Generalmente, estas personas indican como razón primordial de migración la falta de recursos económicos. Cuando se pregunta más detalladamente acerca de la razón de migración, surge el tema ambiental: “la tierra ya no daba”; “hemos perdido por la sequía las cosechas durantes tres años; ya no tenemos semillas para sembrar, ni siquiera para comer”; “el temporal es muy errático y hemos perdido toda la cosecha” o “el agua está muy contaminada y los cultivos se llenan de hongos”, etcétera.
          Estas razones y una sequía desde 1994 en el norte de México y sur de los Estados Unidos han incrementado la EAF de la población asentada en ecosistemas secos y tierras de temporal en el norte del país. Si se comparan los datos de 2000 a 2005 con la década de 1990-2000 (véase mapa 1) se puede observar un dramático abandono de municipios rurales en las regiones semiáridas y áridas, lo que se puede atribuirse a los efectos del CC y la variabilidad climática.
Con el fin de reducir esta MAF se requiere de políticas de prevención para advertir a la población acerca de los fenómenos climáticos extremos, desarrollar seguros por parte del gobierno para mitigar a los efectos de las pérdidas agropecuarias, así como promover procesos de adaptación a las condiciones ambientales más adversas (cosecha de agua, sistema de riego eficiente y ahorradores de agua), con el fin de garantizar a toda la población agua en cantidad suficiente y con calidad adecuada. Ello reducirá los riesgos por problemas gastrointestinales y enfermedades crónicas relacionadas con agua no apta para el consumo humano. Urge tomar acciones concertadas con la población afectada, donde un gobierno preocupado por el CC puede preventivamente reducir la migración ambiental.


Úrsula Oswald Spring es investigadora titular en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM. Ha desempeñado los cargos de Secretaria de Desarrollo Ambiental en el Estado de Morelos (1994-1998) y Procuradora de Ecología en el mismo (1992-1994). Ha publicado 44 libros e informes técnicos, 365 artículos científicos y capítulos de libros en español, francés, inglés, alemán, italiano, polaco, portugués, húngaro, japonés, sueco y finlandés sobre temas de desarrollo, ecología, conciliación de conflictos, nuevos conceptos de seguridad, agroecosistemas, alimentación, modelo mundial sustentable, resolución de conflictos, psicología genética, manejo integral del agua y desechos sólidos, y un artículo de diccionario para la UNESCO. Ha dirigido 27 tesis de doctorado, maestría y licenciatura y fue Presidenta de la International Peace Research Asociation (IPRA) y Secreataria General del Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz (CLAIP). Ha dirigido 27 investigaciones multidisciplinarias, tres de ellas con las Naciones Unidas, y 12 investigaciones disciplinarias en áreas como la ecología, física, química, medicina, antropología, economía, desarrollo rural, agropecuario, matemáticas, genética, geohidrología, geología, educación y filosofía, mercados y sistemas alimentarios. Ha organizado 26 congresos internacionales y obtuvo en 2006 el Premio por el Mérito Ecológico 2005-2006 en Tlaxcala, 2005 el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, en 1990 el Premio Internacional de la Cuarta Década de Desarrollo de las Naciones Unidas en Suiza, el de la Mujer Académica de la UNAM en 1991 y fue Women of the Year 2000. Asimismo, ha colaborado durante las últimas tres décadas con movimientos campesinos, sociales, de mujeres y ecologistas y es presidenta del Consejo de Asesores de la Universidad Campesina del Sur.